AUTOR: Sergio Collado
4 de febrero de 2016
Quidditch, de ficción a realidad
Quidditch, quidditch... de qué nos sonará este nombre...
Quidditch, quidditch... de qué nos sonará este nombre. Un pequeño repaso mental y descartamos que sea un queso suizo o una localidad amish en el corazón de la Norteamérica rural. Entonces aparece el adolescente Harry Potter para recordarnos el estrambótico y complejo juego que practicaban en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Pues bien, ahora traído del universo de los libros y del rico imaginario de las películas, tenemos la versión "sin poderes" de este juego. Y, claro, es mucho más terrenal. Todavía no sabemos manejarnos con escobas voladoras.
Terrenal y algo frikie, cabe decir. Nosotros, gente sin trucos, no sabemos flotar. En el quidditch de Potter, dos equipos cabalgando el cielo a toda velocidad sobre escobas se enfrentan: por un lado tienen que pasarse una pequeña bola (Quaffle) hasta poderla introducir en el aro del equipo contrario y sumar puntos; paralelamente hay otra bola (Bludgers) que trata de golpear a los jugadores para derribarlos; y, hay una tercera (Snitch Dorada), muy escurridiza, que si se alcanza, bingo, máxima puntuación y final del partido.
La versión humana, se juega sobre el suelo y los participantes de ambos equipos trotan por el campo con un palo entre las piernas, en lo que se parece a una mezcla de baloncesto y polo sin caballo. Lo curioso del caso es que este deporte trasplantado de la ficción ya cuenta con montones de adeptos y practicantes en todo el globo. De hecho, estos días 6 y de 7 febrero se disputa en Madrid la Copa de España de Quidditch, que hará las delicias de los acérrimos fans de la escritora J.K. Rowling.
Foto: @halno